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¿Cómo convivir con la dermatitis atópica?

La enfermedad crónica de la piel más frecuente en los niños

04/01/2018
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Clasificado en: Bebes y niños
Escrito por:
Dra. Patricia Ortiz García
Especialista en Dermatología médico-quirurgica

La dermatitis atópica es una enfermedad crónica, con un elevado factor hereditario que altera la vida de los niños y la de sus familias. El riesgo alérgico de un niño es del 40% si uno de los padre es atópico y, si es la madre, puede ascender al 75-80%. Su prevalencia en España es entre un 6 y un 15%.

Su diagnóstico es fundamentalmente clínico y en su tratamiento se combinan medidas farmacológicas y no farmacológicas.

Piel atópica en bebés

 

Evolución en la infancia

La localización de las lesiones de eccema varía en función de la edad. En el lactante aparecen entre el primer y tercer mes de vida de forma característica en mejillas, extendiéndose a otras zonas como la frente, pliegues auriculares, cuero cabelludo, cuello, cara anterior del tronco y zona extensora de extremidades.

A partir de esa edad, las lesiones se hacen más papulosas (engrosadas) y secas con tendencia a localizarse en pliegues, sobre todo codos y rodillas. Puede también afectar a la zona peribucal, párpados, pliegues auriculares, muñecas, tobillos y pies.

Adolescencia

En la fase adolescente prevalece la sequedad intensa y pueden aparecer las alteraciones de la pigmentación en la piel del atópico. En las fases de remisión existe una xerosis universal con picor constante, espontáneo o al mas mínimo roce.

A lo largo del tiempo la barrera cutánea va madurando y los brotes se van espaciando con posibilidad de mejoría hacia los 2-3 años e incluso, desaparecer en torno a los 7 años. Hacia los 10-11 años muchos niños dejarán de padecer eccema, en cambio algunos de ellos desarrollarán asma o rinitis alérgica.

En la edad adulta la dermatitis atópica es menos frecuente, sin embargo, cuando se manifiesta lo hace de forma liquenificada, es decir, con engrosamiento de la piel, sequedad y prurito intensos, típicamente en manos, cara, párpados y nuca.

Cómo lo vive la familia

La carga familiar que supone el cuidado del niño atópico se refleja en un aumento del trabajo doméstico, un aumento de la preocupación del niño, una necesidad de atención preferente respecto a otros hijos, un gasto económico importante y una mayor frecuencia a las consultas de urgencias.

Por este motivo, precisa un tratamiento global articulado con medidas generales del cuidado de la piel o prevención, tratamientos locales, tratamientos generales, tratamiento psicológico y educación terapéutica.

Factores como la temperatura, el grado de humedad y la contaminación ambiental pueden influir en el curso de la enfermedad. Se recomienda un clima de temperatura suave con una humedad media-alta, sin contaminación ambiental.

Los baños en el mar durante el verano no perjudican la enfermedad.

Medidas preventivas

Es recomendable evitar cubrir demasiado a los niños, pues la transpiración favorece el picor; usar prendas de algodón, evitando los tejidos sintéticos y la lana, que pican; utilizar un detergente normal (pero aclarar bien) e intentar no tender la ropa fuera en periodo de polinización.

Es importante evitar sustancias potencialmente alérgenas como el polvo, los pelos de animales o ácaros así como eludir moquetas, colchones de lana, almohadas y nórdicos de plumas y, como costumbre airear el dormitorio. Es importante que la temperatura de la habitación donde duerme el atópico no sea demasiado alta.

En cuanto a la higiene, cabe señalar que los baños o duchas han de ser corta duración (5 min), el agua tibia (33 °C), con un jabón con pH ácido o neutro. La piel se secará sin frotar y se evitaran los productos perfumados.

Existe una gran gama de productos para controlar la enfermedad y hacer la vida más confortable. Las diferencias entre ellos son escasas y la respuesta es individual. Se utilizarán aquellos de alto contenido lipídico en la lesiones secas y crónicas y los de bajo contenido lipídico en lesiones con secreción e inflamatorias.

La alimentación

En caso de alergia alimentaria demostrada mediante pruebas complementarias y pruebas de provocación al alimento sospechoso, se realizará dieta de exclusión del alimento identificado. Solo se deben eliminar de la dieta aquellos alimentos a los que se les haya demostrado alergia clínica.

Los alimentos irritantes (especias, picantes, frutas acidas, hortalizas ácidas...) pueden irritar localmente la piel, aumentar el prurito, el rascado y provocar un nuevo brote de eccema.

Fármacos

El tratamiento farmacológico de la dermatitis atópica es fundamentalmente tópico y busca disminuir la inflamación de la piel, evitar los brotes, mantener la barrera cutánea en la mejores condiciones de hidratación y controlar los síntomas que afectan a la calidad de vida del niño (picor, rascado, sueño). La utilización de los fármacos, por regla general, se ha de prolongar en el tiempo atendiendo siempre a las pautas recomendadas por el dermatólogo.

Fármacos para la piel atópica 

Fundamentalmente se utilizan dos tipos de fármacos, los corticoides tópicos y los inmunomoduladores, también tópicos. Se podrán emplear corticoides de baja potencia en cualquier zona de la superficie corporal y a cualquier edad pero los de potencia alta tienen limitaciones en cuanto a su aplicación.

El uso de antihistamínicos es frecuente ya que disminuyen y controlan el prurito porque tienen un efecto relajante y sedante que es lo que va a servir para mejorar la comezón. En caso de sobreinfección el tratamiento tópico irá acompañado por un antibiótico, ya sea de forma tópica (crema) o sistémica (jarabe o pastillas) según la gravedad y extensión de los síntomas determinados por el médico.

Apoyo psicológico

El apoyo psicológico a los niños con dermatitis atópica y sus familias es muy importante y requiere, a veces, un abordaje multidisciplinar, desde el apoyo en el ámbito escolar, pasando por el manejo atento y cuidado de la situación en la consulta en atención primaria, así como profundizando en el tratamiento y seguimiento de la enfermedad por el dermatólogo. En algunos casos la consulta psicológica es beneficiosa para mejorar los comportamientos o las relaciones familiares y nos ayudarán a saber cómo manejar la enfermedad para mejorar el día a día.